Alma Burgos tiene 15 años, vive en San Justo y estudia en el colegio Don Bosco de Ramos Mejía. A su corta edad ya es modelo profesional y cuenta con varias experiencias sobre sus espaldas. En diálogo con NOVA, contó cómo un hobby en pandemia terminó transformándose en una vocación: “Mi inicio fue bastante inusual, nunca lo había planeado. Empecé en cuarentena y desde ese momento me cambió la vida. Descubrí que amo expresarme y transmitir lo que siento en la pasarela y en las fotos”.

El modelaje, asegura, impactó de lleno en su vida cotidiana: “Me dio mucha más seguridad y confianza en mí misma. Ser modelo es una forma de vida, un camino en el que la imagen y el interior deben coincidir”. Ese proceso lo complementa con desfiles, sesiones y castings para marcas y diseñadores, entre ellos Valiente Valentinita, July Zulvarán y Rodrigo Cáceres. Además, participó de la cuarta edición de Arte en Vivo y se prepara para el desfile Latinoamérica te viste.

Aunque no tiene un referente puntual, Alma admira a top models como Bella y Gigi Hadid y toma como ejemplo a Shalom Harlow. Al mismo tiempo, se define como una persona activa que disfruta de múltiples actividades: ballet, flamenco, natación, idiomas y hasta la participación en el Modelo de Naciones Unidas de su colegio. También fue cinturón negro primer dan de taekwondo. “Me gusta estar ocupada y aprender cosas nuevas, cocinar es una de mis formas de relajarme”, contó.

De cara al futuro, proyecta terminar el colegio y luego iniciar una carrera universitaria, posiblemente en relaciones internacionales, mientras sigue creciendo como modelo. “El modelaje no es un mundo frío como muchos creen. Da oportunidades a muchísimas personas y ayuda a los jóvenes a definirse y conocerse. Lo más importante es encontrar un balance y animarse”, reflexionó. Y concluyó con un mensaje para otros adolescentes: “Los límites de la moda hoy son más flexibles. Siempre hay un lugar donde encajar y descubrir la magia que llevamos dentro”.