A horas de la coronación, la polémica no cesa. La representante de Estonia, Brigitta Schaback, renunció este domingo al título de Miss Universo Estonia y destapó la caja de Pandora: denunció que su ética y sus valores no coinciden con los de la organización, encabezada por la directora nacional y el CEO del certamen. 

Schaback relató que durante una actividad en Tailandia, donde se celebró el concurso, recibió declaraciones del CEO Mario Búcaro que consideró discriminatorias: les habría dicho a las candidatas que una Miss Universo “no puede estar casada” porque su compromiso debía ser con la organización y sus patrocinadores. Esa afirmación generó confusión y malestar, especialmente entre quienes ya tenían pareja o hijos. 

Además, la polémica se extiende: otra de las candidatas del certamen, la representante de Costa de Marfil, Olivia Yacé, también renunció a su título como Miss África y Oceanía. Su salida se suma a la extensa lista de voces que cuestionan el proceso de selección, la transparencia del jurado y la validez de los resultados. 

Estas decisiones, unidas a denuncias de irregularidades, como supuestos acuerdos para definir finalistas, renuncias de miembros del jurado, y operaciones detrás del escenario, han convertido el certamen más prestigioso de belleza en un escándalo global. 

Para muchas voces dentro del mundo del modelaje, del activismo por la igualdad y del público crítico, el 2025 será recordado no por coronaciones, sino por un quiebre ético del concurso. Las reinas que renunciaron exigen transparencia, respeto y un cambio real. Fátima Bosch obtuvo la corona, pero los cuestionamientos no dejan de acumularse.