La conductora y tarotista Karen Light cierra el 2025 con un balance marcado por la conciencia, la coherencia y la expansión espiritual. En diálogo con Agencia NOVA, reflexiona sobre el final de ciclo, el crecimiento de su programa y la emotiva emisión compartida junto a la artista Mía Brusco.

—¿Cómo es este fin de ciclo 2025 para vos?
—Este fin de ciclo es un momento de profunda integración y conciencia. Lo vivo como una etapa donde todo lo transitado empieza a ordenarse internamente. No es un cierre desde el cansancio, sino desde la madurez y la claridad. Fue un año que me invitó a revisar procesos, soltar estructuras que ya no resonaban y reafirmar mi identidad, tanto personal como profesional. Hoy me siento más alineada con mi propósito y con una base interna mucho más sólida para lo que viene.

—¿De qué manera fuiste gestando este programa?
—El programa se fue gestando de manera muy orgánica, respetando tiempos internos y procesos reales. No nació de la improvisación, sino de la necesidad de crear un espacio donde la espiritualidad, la palabra y la conciencia pudieran comunicarse con responsabilidad y humanidad. Cada emisión está sostenida por una intención clara y una ética que cuida tanto el mensaje como a las personas que participan.

—¿Cómo ha sido la última emisión?
—Fue muy especial y profundamente emotiva. Estuvo atravesada por la creatividad y el trabajo con las emociones, generando un clima íntimo y auténtico. Contó con la participación de una invitada artista y dibujante cuya sensibilidad aportó una mirada muy genuina. La presencia de Mía sumó profundidad y verdad al programa, y se generó una conexión muy fuerte con el público.

—¿Qué podrías decirnos de tu invitada, Mía Brusco?
—Mía es una adolescente con una energía muy auténtica y una sensibilidad especial. Su manera de expresarse es clara, honesta y profundamente creativa. Tiene la capacidad de conectar con el mundo emocional desde el arte, sin artificios, y eso se siente. Aportó verdad, presencia y una mirada muy enriquecedora.

—¿Cómo vivieron ambas el encuentro?
—Con mucha naturalidad y respeto. Fue un espacio de escucha real, donde cada una pudo expresarse con libertad y coherencia. No hubo rigideces ni estructuras forzadas, sino un intercambio fluido, auténtico y muy humano, algo que el público pudo percibir.

—¿Te sorprendió el apoyo del público?
—Más que sorprenderme, me emocionó profundamente. Confío en que cuando uno trabaja desde la verdad y la coherencia, el mensaje llega. Recibir tanto acompañamiento y cariño confirma que el camino elegido es el correcto. Ese apoyo es un gran sostén y también una responsabilidad.

—¿Qué caminos ya has intencionado para 2026?
—Un camino de consolidación y expansión consciente. Proyectos más sólidos, mayor presencia en los medios y la apertura a nuevos espacios de comunicación, incluyendo programas de televisión. La idea es llevar este proyecto a una dimensión más amplia, incluso internacional, sin perder la coherencia, la ética ni el respeto por la espiritualidad real.

—¿Qué le diría la mujer adulta que sos hoy a la adolescente que fuiste?
—Le diría que confíe en su intuición, que no se apague para encajar y que su sensibilidad es una fortaleza. Que cada experiencia tiene un sentido y que con el tiempo se transforma en sabiduría. Que siga adelante sin perder su verdad.

—¿Cuál es tu sueño?
—Seguir siendo un canal de conciencia, acompañar procesos reales y dejar una huella genuina en las personas. Comunicar desde la verdad, abrir espacios de reflexión y aportar claridad y luz desde la palabra y la energía.