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Argentina | 14:03

"Fuga de hogar"

VIDEO | El caso de la desaparición de Diego Fernández en 1984: emergieron sus restos en el chalet donde vivió Gustavo Cerati

El hallazgo de restos humanos en una propiedad lindera a la casa donde vivió Gustavo Cerati reveló una verdad silenciada por más de cuatro décadas: el cuerpo pertenece a Diego Fernández, un adolescente de 16 años desaparecido en 1984. El descubrimiento reabre heridas, expone una investigación plagada de omisiones y despierta conmoción en la sociedad.

El domingo 20 de mayo de 2025, durante tareas de construcción en una propiedad ubicada en la avenida Congreso al 3742, en el barrio porteño de Coghlan, unos obreros hicieron un hallazgo estremecedor: al desprenderse un trozo de tierra en la medianera, emergieron fragmentos óseos humanos enterrados en la casa que años atrás habitó el icónico músico Gustavo Cerati.

La Policía de la Ciudad intervino de inmediato. Se realizó una inspección ocular, fotografías, levantamiento de rastros y se recolectaron 151 fragmentos óseos —fémur, costillas, calota, mandíbula, dientes y demás— junto con objetos personales como una tela, un fragmento de calzado, una llave con llavero naranja, una etiqueta de prenda, y un reloj Casio con calculadora.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se sumó a la investigación, realizando el análisis antropológico, extracción de ADN y reconstrucción del perfil biológico. Descubrieron que pertenecían a un varón joven, de entre 15 y 19 años, que había sufrido una muerte violenta: una puñalada en la cuarta costilla derecha y signos de intentos fallidos de descuartizamiento.

Tras casi tres meses de estudios, se logró identificar al joven: Diego Fernández, apodado "Gaita", un adolescente de 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984 en Belgrano, quien era jugador de fútbol en las divisiones juveniles de Excursionistas y estudiante de la Escuela Técnica N.º 36. El vínculo fue confirmado mediante una prueba de ADN realizada a su madre.

El hallazgo representó un alivio para la familia, aunque cargado de dolor: el hermano menor de Diego, Javier Fernández, expresó conmovido: “Desde ese día duermo poco, lloro mucho, me río… Necesitamos justicia… ¿qué hizo? No me entra en la cabeza”.

Durante años circularon conjeturas diversas: la madre del joven llegó a manifestar que “pensé que lo chuparon… que estaba en la agenda o era amigo de alguien y lo secuestraron”. En una entrevista publicada en la revista ¡Esto! en 1986, su padre criticaba la falta de respuesta policial: “Lo caratularon ‘fuga de hogar’. Protesté y me dijeron que así estaban impresos los formularios. ¿Qué quieren que investiguen si ya dan por sentado que se fue, no que me lo robaron?”.

Desde redes sociales y medios, muchos usuarios hicieron referencia a la vinculación, insistiendo — sin pruebas— en teorías conspirativas vinculando el hallazgo con el entorno de Cerati, aunque no existe indicio alguno que relacione al músico con el hecho; más bien, su antigua residencia despertó interés público en el misterio.

El fiscal a cargo, Martín López Perrando, remarcó que el crimen probablemente ocurrió en 1984 y que ahora el proceso judicial deberá avanzar para determinar quién fue responsable y cuál fue el móvil. Se citará a declarar a quienes vivían allí en aquel entonces —una mujer de edad avanzada y sus dos hijos, de apellido "Graf"— aunque el caso podría estar prescripto.

Este hallazgo, a la vera de la vivienda que habitó Gustavo Cerati entre 2001 y 2003, devolvió certeza a una familia que sufrió décadas de incertidumbre y abrió una nueva etapa: no solo identificar al joven, sino también darle voz a su historia.

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