Arte & Música | 17:54
Trayectoria internacional
Inbar dejó el diseño industrial y hoy tatúa en distintos países con un estilo espiritual y natural
La artista habló sobre su transformación personal y profesional, su experiencia como tatuadora viajera, el valor espiritual del tatuaje y los sueños que proyecta para el futuro, entre ellos el trabajo reconstructivo para mujeres que atravesaron el cáncer.
Nacida en Israel y radicada en Portugal, Inbar convirtió una crisis laboral en el punto de partida de una carrera artística internacional. Hoy recorre el mundo como tatuadora viajera, creando piezas inspiradas en la naturaleza y la espiritualidad, y llevando su arte a estudios de distintos continentes.
—¿Cómo estás, Inbar?
—Muy bien, ¡gracias! Me llamo Inbar, soy tatuadora y vivo en Portugal, en la playa de un pequeño y hermoso pueblo surfero llamado Ericeira. Estoy en un momento muy especial de mi vida, viajando, creando y compartiendo mi arte con personas de todo el mundo.
—¿Trabajaste en Diseño Industrial?
—Sí. Durante muchos años trabajé como diseñadora industrial, pero durante la pandemia perdí mi trabajo. Fue un momento difícil, pero también el inicio de un gran cambio.
—¿Cómo descubrís a la artista que te habita?
—Cuando perdí mi empleo decidí buscar una nueva afición, y un amigo me enseñó a tatuar. Poco a poco, sin darme cuenta, cada vez más gente quería tatuarse conmigo. Mi afición se convirtió en mi principal fuente de ingresos, y así nació la artista que hoy soy.
—¿Desde dónde respondés esta entrevista?
—Actualmente estoy viajando. Este año decidí pasar el verano en Argentina y trabajé con estudios en Buenos Aires, Bariloche y Ushuaia, y ahora me dirijo a Punta del Este.
—¿Dónde naciste?
—Nací en Israel y viví allí hasta 2021.
—¿Sos una estrella viajera del tatuaje?
—Podría decirse que sí. Tengo mi propio estudio en Portugal, pero también soy tatuadora viajera. Me gusta combinar mi pasión por conocer el mundo con mi pasión por el arte, viajando y colaborando con estudios locales.
—¿Hasta dónde te ha llevado este arte?
—Hasta ahora he tatuado en Portugal, España, Francia, Italia, Alemania, Israel, Tailandia, Chile y, últimamente, tuve la rara oportunidad de tatuar en la Antártida, un gran sueño mío.
—¿Estás en este momento en camino a Punta del Este?
—Sí, exactamente. Después de recorrer varias ciudades de Argentina, ahora me dirijo hacia Punta del Este.
—¿Qué sentís en la experiencia de viajar?
—Viajar para mí es una forma de expansión personal y artística. Me conecta con personas, culturas y emociones que nutren profundamente mi trabajo.
—¿Hay algo espiritual en tu búsqueda?
—Muchísimo. Me encanta tatuar porque para mí es una forma de arte ancestral y sagrada, pero también una experiencia muy íntima y espiritual, tanto para mí como para el cliente. Sé que quienes lleven mi arte en su piel para siempre me recordarán, por eso cada encuentro debe ser especial y único.
—¿Qué te sugiere la palabra naturaleza?
—Es mi principal fuente de inspiración. Mi estilo se basa en la línea fina y el microrrealismo, y me inspiro en animales, aves, plantas y paisajes. Tatuarlos en el cuerpo humano me hace sentir que nos reencontramos con nuestro mundo.
—¿Qué le diría la adulta que sos hoy a la niña que fuiste?
—Que confíe en su sensibilidad, en su creatividad y en su capacidad de reinventarse. Que todo lo vivido la está llevando exactamente al lugar correcto.
—¿Algún sueño?
—Seguir viajando y tatuando a más personas increíbles en distintos lugares del mundo.
Otro gran sueño es aprender a hacer tatuajes reconstructivos de areolas para ayudar a mujeres que se recuperan del cáncer a reconectar con su cuerpo, su confianza y su amor propio.
